lunes, 8 de agosto de 2016

Introducción Ciudadanía.



En toda democracia debe existir un Estado de derecho, es decir, la plena vigencia de una Constitución que regule y ordene el funcionamiento del Estado, asegure el cumplimiento de la ley y el respeto de los derechos de todos los ciudadanos.

En la vida democrática es necesario buscar consensos que se preocupen por los intereses de las mayorías y las minorías, pues a través del diálogo y el respeto a los demás se logra alcanzar el bienestar general.

¿Quiénes son los ciudadanos?
En una democracia se considera ciudadano a toda persona que goza de los derechos civiles y políticos que le permiten participar de forma activa y autónoma de la sociedad. Es decir, existe una relación estrecha entre el concepto de ciudadanía y participación. El analista político Sinesio López afirma que "el ciudadano es un individuo con derechos garantizados por el Estado y con responsabilidades hacia la comunidad política de la que forma parte".

Para que en una sociedad las personas ejerzan plenamente su ciudadanía se deben respetar tres aspectos fundamentales: los derechos civiles y políticos, el derecho a participar en la producción de bienes de una sociedad y el derecho a participar en la vida cultural de la sociedad.

La Constitución de la República Oriental del Uruguay reconoce como ciudadanos a los uruguayos mayores de dieciocho años que están inscritos en el Registro Cívico Nacional. Ellos poseen una serie de derechos y también obligaciones, que son:

Derechos
· Elegir mediante sufragio a sus representantes para el gobierno del Estado, el gobierno el municipal.
· Ser elegido para el ejercicio de cargos públicos.
· Participar en asuntos públicos empleando los mecanismos dispuestos en la Constitución.

Obligaciones
· Los derechos tienen siempre un límite: respetar los derechos de los demás y, con respecto al Estado, el ciudadano debe respetar la ley, pagar impuestos y sostener los servicios públicos.
· Participar en la vida política del país.

Una persona puede perder el ejercicio de su ciudadanía si comete una falta grave. Esto quiere decir que continúa siendo ciudadano, pero no puede ejercer sus derechos políticos.

Estado y sociedad civil en democracia

El derecho a la vida digna y a una convivencia democrática es la máxima aspiración de toda sociedad. Para hacer realidad esta aspiración, el Estado y la sociedad civil asumen roles complementarios. El Estado lo hace comprometiendo a sus autoridades y funcionarios para que trabajen en la solución de los problemas que afecten a la ciudadanía; la ciudadanía lo hace informándose, organizándose y participando.

El sentido de participar
El verdadero sentido de la participación reside en trabajar por el compromiso social que tiene el ciudadano con el desarrollo de su ciudad y su país. El progreso local es una forma de inversión social, orientada a canalizar capacidades individua-les y colectivas de ciudadanos capaces de organizarse.

ASOCIACIÓN CIVIL TRANSPA-RENCIA, La vigilancia como mecanismo de participación ciudadana.

Estado justo = Estado de derecho
Según el liberalismo, lo justo es tratar a todas las personas de laliberalismo, el poder político constituye una amenaza a la libertad individual, pues es una forma de coacción o de restricción a la libre elección. Sólo puede ser justo aquel gobierno que utiliza el poder político para proteger los derechos individuales. Todo gobierno debe tener, entonces, un poder político limitado, en salvaguardia de un máximo de libertad individual que sea compatible con una igual libertad para todos.

El Estado justo es aquel que gobierna mediante leyes que son iguales para todos y protege los derechos de las personas bajo una Constitución que establece los derechos individuales y los límites al poder.

El Estado justo se denomina también Estado de derecho, tal como fue definido por John Locke. El Estado de derecho es compatible tanto con una monarquía como con una democracia. En el primer caso, hablamos de una monarquía constitucional (opuesta a la monarquía absoluta), es decir, limitada por leyes; en el segundo, de una democracia constitucional. Esto es así porque al liberalismo no le interesa quién gobierna sino cómo lo hace.

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